Emilio Rodríguez P., rector UTA: “La Cultura Chinchorro: Un Patrimonio de la Humanidad”

Emilio Rodríguez P., rector UTA: “La Cultura Chinchorro: Un Patrimonio de la Humanidad”

La cultura Chinchorro mira hacia el futuro, imperecedera, desde el silencio a la eternidad, hoy convertida en patrimonio de la humanidad. Esta cultura es singular, pues desarrolló una concepción del mundo, que se adelantó en miles de años a las sociedades avanzadas. La evidencia muestra que los Chinchorro fueron los primeros en la historia en momificar a sus muertos.

Las ceremonias de momificación de los Chinchorro tenían altos grados de complejidad e involucraban varios días de duración. Así, las momias negras, rojas o con pátina de barro lograron superar primero los siglos, y luego los milenios; fundiendo en un destello: el pasado, el presente y el futuro. Las técnicas de momificación artificial complejas empleadas por los Chinchorro fueron únicas; la belleza lograda en el proceso de momificación revela un sentido de la estética, simplemente, superior. Al que se unen sus tejidos, textiles y artesanía, todos los cuales son verdaderas obras de arte.

Los testimonios de esta cultura son la expresión de un trabajo académico de décadas, en el cual paso a paso se ha ido develando cómo hace miles de años – antes que en Egipto- una comunidad de pescadores, cazadores y recolectores, que habitaron los territorios desde Ilo hasta Punta Patillos, momificaban sus cuerpos, en una expresión de lo que era una comprensión extraordinaria de la vida y de la muerte. En palabras simples: los Chinchorro tenían una vida sencilla y un sentido profundo de la trascendencia. 

La ciencia y la tecnología han permitido el avance de la sociedad en múltiples dimensiones, mejorando la esperanza y la calidad de vida de las personas. Sin duda, la ciencia y la tecnología deben proyectar el futuro, pero deben también comprender el pasado; deben desentrañar las enseñanzas y los aprendizajes que revelan la adaptación del hombre a su entorno, y sus concepciones más profundas. Sólo de este modo el crecimiento se transformará también en progreso y desarrollo.

La Unesco así lo ha entendido, al nominar en calidad de patrimonio de la humanidad a aquellos sitios de importancia excepcional, que son vitales para la herencia común del hombre. De este modo, la elección de la Cultura Chinchorro en esta categoría superlativa, ciertamente, afianzará el trabajo de múltiples instituciones en el rescate, conservación y puesta en valor de esta riqueza milenaria. Por cierto, la ocasión es también una magnífica oportunidad para proyectar y difundir, de cara al mundo, los asentamientos y la momificación artificial de la Cultura Chinchorro.

La Región de Arica y Parinacota, se proyecta con uno de sus activos estratégicos fundamentales: la riqueza cultural. El trabajo mancomunado, por décadas, de municipios, gobierno y consejo regional, ministerios, múltiples entidades privadas y públicas, e instituciones de educación superior como, por ejemplo, la Universidad de Tarapacá, están dando sus frutos. Ahora, emergen desafíos mayores, que deberán asumirse con unidad y cohesión regional, con apoyo nacional, y con la convicción de saber que la herencia cultural es uno de los principales patrimonios que tiene una nación y la propia humanidad.

 



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