27 May Carlos González M., rector UPLA: “Espacio de democracia y transformación”
Una universidad pública sin democracia y respeto por la opinión de otros es un proyecto inconcluso.
En la Universidad de Playa Ancha, en particular, somos conscientes de la tradición de la universidad pública latinoamericana, desde el “Grito de Córdoba”, impulsado en Argentina por estudiantes de todo el continente en 1918 y que diera vida a la primera gran reforma universitaria. En el caso de Chile, el antecedente más reciente se vivió en 1967, aunque consideramos que se retomó en diciembre pasado, cuando el Presidente de la República aprobó los nuevos estatutos orgánicos de 13 universidades estatales, incluyendo la nuestra.
Entendemos esta vocación democrática como estrechamente vinculada a la integridad de los estamentos que dan vida y enriquecen la vida interna. Reconocemos en la virtud de otros y otras el valor elemental que fortalecerá la rica y heterogénea comunidad universitaria que somos. Por eso, en la norma aprobada nos reconocemos así:
“La Universidad de Playa Ancha es una comunidad democrática triestamental, conformada por el estamento académico, estudiantil y de los y las funcionarias de la administración, fundamentalmente creadora y crítica, cuyo quehacer se sustenta en los más altos valores y principios declarados en estos Estatutos. Desde esta perspectiva, su propósito será el desarrollo y estímulo de todas las formas de actividad intelectual que se expresen a través de la investigación, la creación artística y la tecnológica, la docencia y la vinculación con el medio y el territorio, que asegure la continuidad y la recreación de la cultura del país y la Humanidad”.
Esta comunidad UPLA, separada físicamente en distintas sedes y campus, encarna una voluntad pública de habitar otros mundos posibles, capaces de enfrentar las carencias interiores que hoy se manifiestan en una escalada de violencia que cruza la vida de todos y todas. Una situación social que nos exige volver a la solidaridad, el respeto por la vida en todas sus expresiones y la dignidad de nuestros niños y niñas, jóvenes, hombres y mujeres, y, en particular, modificando las condiciones materiales de precariedad que viven amplios segmentos sociales, las que son una herida presente para todos y todas.
De aquí derivan compromisos que reiteramos. Hacia nuestro estamento estudiantil: una educación de calidad, centrada en los y las estudiantes, a través de los procesos formativos pertinentes, actualizados y flexibles. Hacia nuestros estamentos académico y funcionario: nuestra voluntad por dignificar los espacios y condiciones laborales de todos y todas.
No olvido que tenemos el gran obstáculo de las deudas estructurales e históricas que el Estado ha ido acumulando con sus universidades, en particular las regionales. El trato desigual que históricamente hemos recibido está en la base de problemas materiales que viven nuestra universidad y otras estatales. Es un dato de la causa (concreto, objetivo y real), no una justificación a aquellas necesidades que seguramente podemos y debemos abordar mejor.
Sin embargo, es frente a las adversidades que todos y todas debemos demostrar una disposición transformadora, la misma que seguiremos fortaleciendo en y desde la universidad con la misma convicción y ahínco de siempre.
Fuente: Mercurio de Valparaíso 26.05.2024
https://www.mercuriovalpo.cl/impresa/2024/05/26/full/cuerpo-principal/10/