
20 Mar José Abalos K, Director Ejecutivo AUR: “Majestuosa es la Blanca Montaña”
El Día Mundial del Agua transcurre sin gran atención de parte de las y los chilenos. Lamentable mal hábito, porque hay innegables elementos que justifican una mayor preocupación. Uno de ellos, es la sobrecogedora presencia de la cordillera andina y que nos aporta elementos esenciales a nuestras vidas: ríos que alimentan lagos, napas freáticas y su vaciamiento en el mar conformando ecosistemas vitales y de gran valor.
También la cordillera andina contiene los glaciares y mantos de nieve que no sólo aportan el vital elemento, sino que son parte fundamental de la coreografía que ha marcado nuestras vidas, descrita dignamente en nuestro himno nacional –majestuosa es la blanca montaña-. Todo lo anterior sin obviar que el agua es insumo principal para las actividades agrícolas, mineras, industriales, turismo y servicios diversos.
Pero, en este tema Chile enfrenta un panorama crecientemente complejo. Por un lado está el cambio climático marcado por una reducción sostenida en las precipitaciones y aumento en las temperaturas. El promedio de la cantidad total de precipitación a nivel nacional disminuyó un 4% por década, pero esta caída se duplicó en el periodo 1981-2021. En Chile Continental la temperatura promedio subió sostenidamente como tendencia, pasando de menos 12.5º en 1961, a 13.0º en 2001 y aproximándose a 13.5º en años recientes. (Reporte Anual de la Evolución del Clima en Chile 2022. DGAC, Dirección Meteorológica.)
Todo ello contrastado con un crecimiento de la población, particularmente urbana, que conlleva un mayor consumo de agua por habitante, asociado a cambios en los hábitos personales y exigencias vinculadas a una mayor calidad de vida y de espacios públicos.
Desde el punto de vista del hábitat, dos son temas de creciente preocupación. Uno, en el ámbito rural, es el desabastecimiento de agua para las familias en decenas de comunas, incluyendo muchas de la zona sur, que deben ser abastecidas vía camiones aljibes. A lo que se agrega el impacto de mayores temperaturas y menor precipitación en la producción silvo-agropecuaria.
La segunda se refiere al creciente número de campamentos y familias que viven en ellos, tanto en áreas urbanas como rurales. Según el MINVU, a 2024 en Chile había 1.432 campamentos, registrando un incremento de 56% en sólo 5 años. La falta de agua impide una vivencia digna, normal y sobre todo genera condiciones higiénicas que afectan a la gran mayoría de esas familias, con niños o bebés, sean inmigrantes o chilenas de escasos recursos que, inevitablemente terminan recargando la labor de los consultorios de salud.
El Día Mundial del Agua 2025 que conmemoramos este 22 de marzo, tiene como tema “Conservación de los glaciares”, lo que nos invita a reflexionar, primero, sobre la importancia de nuestro patrimonio helado en nuestra geografía económica, social y natural, y segundo, sobre el derretimiento acelerado de ellos y los efectos negativos que ello implica.
Chile concentra la mayor parte de los glaciares del hemisferio sur que, son principales fuentes que alimentan los sistemas de agua potable y el saneamiento, ayudan a que Chile sea potencia agroalimentaria, a la producción industrial y de energía limpia. La cuenca Metropolitana de Santiago depende fundamentalmente del agua que le aportan glaciares cordilleranos vertida a través del río Maipo.
El cambio climático, con el incremento en las temperaturas, genera un retroceso de los glaciares y hace más impredecibles los ciclos del agua, como lo evidencian las inusitadas inundaciones de años recientes dañando a los ecosistemas naturales, las actividades sociales y productivas rurales y urbanas. Y también la actividad minera, en algunos casos, incide en su destrucción y contaminación, alterando el flujo natural que abastece napas subterráneas, ríos y lagos.
En Chile hay diversas instituciones que, inspiradas en acuerdos internacionales de NNUU y otras entidades, han abordado el tema y levantado alertas a las autoridades, aunque insuficientemente escuchadas. Un rol clave lo realizan las universidades regionales que, naturalmente, reconocen la importancia y amenazas que se ciernen sobre las fuentes de agua, vitales para el desarrollo de sus comunidades y territorios.
Una de las acciones de las universidades regionales es la elaboración de estudios y propuestas destinadas a aportar a las políticas nacionales y locales. Su quehacer cubre diversos temas como la gestión de recursos hídricos, el apoyo a comunidades vulnerables al cambio climático, la recuperación de ecosistemas, entre otros. De aquí la importancia que tiene la vinculación estrecha que han logrado con los Gobiernos Regionales.
Otra acción son los programas de pre y posgrado que forman a más de 250.000 estudiantes, en muchas carreras, diplomados y programas de magíster y doctorados vinculados directa e indirectamente al tema. Más allá de los ámbitos específicos de formación, sus egresados han incorporado los principios y valores que les guían en la relación con el medio ambiente y en ello, el agua como elemento principal. De hecho, todas las universidades regionales tienen exigentes programas de gestión sustentable pro medio ambiente, que son referencia a otras entidades de su entorno.
Finalmente, la misión universitaria se extiende extramuros mediante diversos programas de trabajo mancomunado con gremios productivos, comunidades escolares, organizaciones sociales, medios de comunicación y la comunidad en general. A esto debe sumarse el trabajo que realizan en redes científicas internacionales, que les permiten conocer y aprovechar experiencias de otros confines del mundo para aportarlas a sus regiones y comunidades.
(Fotografia gentileza UACh)
Fuente: https://www.elquintopoder.cl/educacion/majestuosa-es-la-blanca-montana/