31 Mar Rodrigo Alda V., Presidente Alterno AUR y rector UCN: “Día de las Regiones”
Chile, Dinamarca, Francia, Perú y Suecia comparten una característica: su alto grado de centralismo, aunque con resultados diferentes para los ciudadanos.
Como es sabido, el centralismo es un sistema de gobierno donde un ente principal reúne todas (o la mayor parte) de los poderes del Estado. De esa forma, decide sobre todo el territorio gobernado. Es decir, bajo este tipo de sistema, existe un cierto monopolio que tiene las facultades para dirigir la nación, tal como ocurre con el eje Santiago- Valparaíso del resto de las provincias chilenas. La acumulación parece ser consustancial al poder, lo que implica que las modificaciones -la democratización de la toma de decisiones- no son sencillas ni tampoco son un regalo.
Asimismo, cualquier análisis dará cuenta que es difícil cuantificar el costo exacto de la centralización en Chile. Sin embargo, hay algunos costos asociados directos como el costo de la burocracia (mayor cantidad de tiempo y recursos invertidos en la toma de decisiones); la desigualdad regional; la falta de innovación; y el aumento de los costos de operación, ya que los recursos se concentran en un lugar central, lo que implica una mayor ineficiencia y una menor productividad.
Antofagasta debe ser una de las regiones que más pierde con esta realidad, considerando la musculatura que ostenta, y no hablo solo de las exportaciones, sino del enorme presente y futuro que se abrió con el litio, las energías renovables no convencionales y lo que podría ejecutarse con hidrógeno verde y otros desarrollos aún desconocidos.
Si nosotros -todo el sector público, privado y la ciudadanía- del territorio tomamos la conciencia de que podemos diseñar mejor nuestro futuro, avanzaremos mejor y de manera más veloz para beneficio de todos.
Una mayor descentralización otorga a las regiones la autonomía necesaria para decidir estrategias competitivas que les permitan orientar sus inversiones y desarrollar los sectores productivos pertinentes. En otras palabras, la descentralización entrega mayor responsabilidad a los territorios, abriendo sus espacios de posibilidad e incluso obligándolas a asumir un mayor protagonismo. Esto equivale a decir que sin descentralización es la gente la que más pierde.
Debemos apuntar que el segundo de los doce puntos de las bases institucionales que deberán estar en la propuesta de nueva Constitución establece que “el Estado de Chile es unitario y descentralizado”.
Ciertamente habrá una descripción más fina con el trabajo de la Comisión Experta y el Consejo Constitucional y solo es de esperar que este camino se convierta en uno de los hitos relevantes para el futuro de Chile.
A casi 213 años de vida republicana, las regiones no podemos seguir esperando.
Fuente: https://www.mercurioantofagasta.cl/impresa/2023/03/31/full/cuerpo-principal/12/